sábado, 13 de diciembre de 2008

Los 70 4ª parte (sicodelia rosa)

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YO EN LA NAVIDAD DE 1973 EN EL PAPEL DE SAN JOSÉ (yo y mi manita)



CONTINUA EL RELATO DE LOS 70. Quien entre por primera vez, le recomiendo que léa las anteriores entregas. En el apartado de Vivencias se encuentran las demas.


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En el año 1973 nacen Miguel Poveda, Mariza y Benjamin Bioaly. Con el tiempo se convertirían en grandes artistas de la música: flamenco, fado y pop.

Mientras ellos nacen yo intento renacer al mundo de los sentidos y la sensibilidad y no puedo decir que mi llegada a Sevilla estuviera defraudando mis expectativas; sin tener yo expectativas y si muchas ganas de vivir.

Ahí estaba yo en un autobús con Julio, al que acaba de conocer, camino de mi primera noche global.

Los dos, escasos de medios económicos y con muchos recursos imaginativos desafiamos las leyes de la propiedad privada y las normas de conductas cívicas, y a parte de colarnos en el autobús (todo un desafío al capitalismo como diría Julio), nos pillamos unos bocadillos del SIMAGO (grandes almacenes donde los hubiera con sus uniformes de dependientas inigualables y sus pollos mundialmente conocidos) y nos los comimos en los servicios para no pagarlos, saliendo con los bolsillos de las trencas repletos de chocolatinas para tomárnosla de postres en la Plaza del Duque..

Preguntamos a un chaval, con pinta de ser fan de FORMULA V, que si conocía donde estaba el Quijote (bar de destino). Por supuesto El Quijote le sonaba, pero el de La Mancha, no el de Pastor Y Landero, “el bar no lo conozco pero sí conozco la calle donde está” nos contesto, con lo que con sus indicaciones llegamos a la puerta del referido Bar.

Puerta que no hubiera traspasado sino hubiera sido por el poder de seducción y convicción que tenía Julio, ya que a mí, por mi edad, no me dejaban entrar.

Que si es era mi hermano (no nos parecíamos en nada), que el respondía por mi (¡y como respondió!), que solo era un momento (momentazo), que no vamos a beber alcohol (entre otras cosas porque no teníamos dinero), que era su cumpleaños (cumplía el mes que le daba nombre no en diciembre, que era en el que estábamos y cuando cumplía yo, ya 15 años), que si esto, que si aquello, que terminamos en la barra con dos cervezas invitadas por el fan de FORMULA V que nos había seguido y que disponía de más caudales que nosotros.

A las cervezas, siguieron más cervezas y un gin tonic a media que le saco Julio a un compañero de carrera que se había encontrado y que yo conocía ya, porque era uno de los que estaban en el bar de los Hermanos Antonio en Reina Mercedes hablando de arreglar el futuro de PCE y al que había tirado el café encima en el momento de las presentaciones, el del poncho multicolor y pelo a los Garfunkel.

Las cervezas y el gin tonic a medias, estaban empezando a dar sus frutos en forma de relajo de conductas y expresiones de afectos varias tipo roses de manos como el que no quiere la cosa y sonrisas de complicidad.

Y de pronto se hizo la sicodelia setentera en forma de Pink Floyd con The Dark Side of the Moon. Aquella música, así oída, sin iniciación ninguna y sin aditivo canutero (ese año sencillamente ni se conocía el porro), resultaba un poco difícil de digerir, un poco mareante e inquietante. Yo puse la cara a cuadritos, pero a Julio le entro una especie de mareo que a punto estuvo de caerse redondo sino hubiese sido porque el bar estaba tan a tope que era imposible caerse al suelo.

Menos mal que el diyoki, ahora conocido como DJ, no tenía mucho criterio musical (¿criterio musical? En fin esa es otra historia también inquietante), y a continuación comenzó a sonar el todavía negro Michael Jackson con Music And Me, para a continuación sonar ABBA con Ring Ring y los Bee Gees con Life in a Tin Can (creo que el diyoki tenía mucho criterio musical, era un diyoki ecléctico). Para el momentazo Bee Gees, ya estábamos repuesto de la impresión del Fluido Rosa y nos marcamos unos pasos de bailes en plan Tony Manero, que la verdad que nos vino grande, bueno a mi la verdad no tanto, yo lo defendí mejor, pero Julio cargado de prejuicios de clases le costaba más desenvolverse con la música disco.

“¡Los que no iban a beber y solo era un momento!” nos grito de pronto el portero en plan inspector de policía. “¡Este (por mi) no tiene edad para estar aquí y no quiero buscarme un lío!” siguió el seudo inspector, “Bueno camarada (a Julio le salio de nuevo la vena subversiva) que no te queremos meter en ningún lío, que tu eres un currante más”.

El portero poniendo cara de gorila lo miró de forma amenazante mientras ABBA seguía con su Ring Ring. Nos despedimos del fan de FORMULA V, del de los pelos a lo Garfunkel y poncho multicolor y hasta del portero y nos salimos a la Avda. de la Constitución, sin adornos navideños por lo del atentado de Carrero Blanco, por aquellos entonces de José Antonio Primo de Rivera (Memoria histórica YA y además combativa…reivindico) y nos pusimos a caminar camino de la Calle Monzón.

Llegamos sobre las 5 de la mañana con los pies destrozados, la cabeza en ebullición y el “espíritu” animado.

“Yo no tengo ganas de dormir” dije en la puerta del ascensor mientras esperábamos que bajase, “Sino queremos dormir, no durmamos” continuo Julio, “en mi casa tengo una botella de Anís del Mono y una caja de mazapanes, así que a mi casa, que mis compañeros están en sus pueblos y queda mucho hasta el amanecer”.

Mientras el ascensor ascendía, mi sangre y la de Julio ascendía a la vez, resultado de un beso (mi primer beso global) que duro el tiempo de ascender dos pisos y cinco minutos más de gracia que nos concedimos hasta salir en busca del Anís del Mono, los Mazapanes y sobre todo, en búsqueda del amanecer global.

FOTO DE SIMAGO (Primeros Grandes Almacenes en el que practique mi cleptomanía juvenil)




RING RING (ABBA)



Michael Jackson con Music And Me



Y como siempre en estos relatos, un homenaje a un grupo del momento FORMULA V, que gracias a un super fan de ellos, nos pudimos beber muchas cervezas esa noche de El Quijote.

4 comentarios:

XS dijo...

Eso sí que es una adolescencia como Dios manda y no la de un servidor que con esa edad lo más excitante que había experimentado hasta entonces era el winston que por Navidad me dejaba fumar mi padre. Ay, qué pena de mí!

Anónimo dijo...

Y lo gracioso, guapo e inteligente que tu eres desde que te liberaste. Bueno lo eras de siempre.....y lo sigues siendo pero mejorado.

Anónimo dijo...

el anomino soy yo, Segesta, y el comentario para Boccanegra

Anónimo dijo...

Boccanegra, pues acércate a mí, que en esos momentos, lo más seguro es que estuviera en uno de esos cursillos de fe que organizaban los salesianos (afortunadamente, ya había dejado atrás las novenas de María Auxiliadora), ¡qué cosa más penosa!
Muy excitante tu relato.