Pues así estoy yo hoy. ¿Qué cuento? ¿Sobre que hablo? Menos mal que mi blog, como yo mismo, no tiene una línea editorial homogénea y puedo deslizarme por cualquier terreno. De esta reflexión, a decir que soy un “todo terreno”, dista mucho. Si tuviera que compararme con un vehículo a motor, me equipararía con el 850 (SEAT) que tan útil le fue a las clases seudo-medias de los 70 en este país.
SEAT 850
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La década de los 70, fue muy productiva para mi formación espiritual. Si empiezo por el primer lustro, he de decir que allá por el 73, y con tan solo 14 años me vine a Sevilla a estudiar. Vivía por Reina Mercedes, en un piso de estudiante, éramos seis, cuatro de mi edad y dos mayores que nosotros en dos años, en la calle Monzón frente al Claret. Estos datos son nimios, sin importancia, datos para un perfil de baja intensidad (Calle, ubicación, etc.)
Yo llegaba directamente de mi pueblo(Morón) sin pasar por casi ningún otro, a excepción claro esta de El Saucejo (ese pueblo que me vio crecer y que tanto me ha instruido en cosas de la vida), y Torremolinos. Virginal en casi todo y sobretodo virginal en lo ideológico.
Una noche que estudiaba FEN (Formación del Espíritu Nacional), la asignatura equivalente en esa época a lo que hoy es la de Educación para la Ciudadanía, con la diferencia, que en esos tiempos, no nos podíamos hacer objetores, e ironía de la vida los que nos impendían hacernos objetores en esos momentos son los abuelos que hoy en día hacen objetores a sus nietos de la tan polémica asignatura. Bueno no quiero abrir varios frentes, y será que como ya deje de tener virginidad ideológica, a la primera de cambio se me ve el plumero (el de las ideas).
Bueno ,el caso era que yo con 14 años estaba una noche de octubre, allá por la Calle Monzón en Reina Mercedes y frente al Claret estudiando la FEN, cuando por la ventana de la cocina que estaba abierta entraba los acordes de una guitarra y la voz ronca de aguardiente de cualquier estudiante del segundo, yo vivía en el cuarto, que cantaba: “Al Galopar, al galopar hasta enterrarlos en la mar”. Yo no entendía nada. Mis compañeros que no compartían mi inquietud se fueron cada uno a su habitación, algunos se fueron de dos en dos, éramos 6 y el piso tenía 4 dormitorios, y yo me fui a la cocina, porque aunque era virginal en lo ideológico, y de ahí que no entendiera bien la letra de esa canción, en lo demás no, y la voz ronca de aguardiente me resultaba muy interesante. Logre averiguar que el piso era el 2ºB. Ya era todo un dato.
Una tarde que regresaba a casa, me entretuve un poco frente a la facultad de matemáticas, hoy creo que de informática, porque había un estudiante como de segundo de carrera que subido en una silla arengaba a sus compañeros para una movilización por los precios del comedor de la CEU que por aquellos entonces estaba en Pabellón de Chile en el Parque de Maria Luisa, y en el que comía yo todos los días. Proponía que se dejara de ir al martes siguientes, yo echando cuenta y como tenía bono mensual y este estaba por días, me parecía que la huelga le iba a salir muy bien al Comedor y nos jodería a los que ya ese día lo teníamos pagado. Evidentemente yo era estudiante pobre de solemnidad, así que vencí mi timidez y alce el brazo y propuse que la huelga la dejaran para el primer dia de noviembre lectivo, que aún no habíamos comprado los vales de comida y así nos podríamos organizar.
Desde lo alto de silla, el lider ( de aquí en adelante lo llamare asi) gritó: “Gracias camarada, así lo haremos”. Yo me quede muerto, literalmente muerto. Había hablado en público por primera vez, había participado en el germen de una huelga y sobre todo me habían llamado camarada.
Esa noche me tocaba bajar la basura, y cuando ya estaba en el contenedor me cruzo con el lider, y mira por donde se acordaba de mi. “Hombre, (me dijo) ¿tu vives por aquí?”, yo estuve a punto de contestarle, ¡si camarada, yo vivo en el 26, 4º C, para lo que guste!, pero no, mi voz salio casi de casualidad y lo único que me atreví a contestar fue un si lacónico. Afortunadamente el lider, tenía talla de lider y lidero la conversación: Que de donde era, que que estudiaba y lo mejor que donde vivía (mi fantasía que no ha tenido nunca limite, se desbordo). Le dije que vivia en el 26, 4ª C y el me dijo: “Coño camarada, yo en el 26 2º B”. Y ahí estaba el que cantaba las noches anteriores lo de “Al Galopar, al Galopar hasta enterrarlos en la mar”.
Nos fuimos juntos para el bloque, nos subimos en el ascensor, le dio al segundo y cuando se despidió me dijo: ¿El sabado estas por aqui?, yo que me pensaba ir al pueblo, cambie de inmediato de planes y le dije que si. Quedamos a las 7 porque ibamos a ir al Cine-club de Matemática porque ponian "El acorazado Potemkin"
Cuando llegué a mi piso, al 4ºC, yo hubiera querido saber quien era quien cantaba lo de al galopar y tener el disco, pero no, ni sabia ni tenía.Tampoco sabia que era eso del Acorzado Pontemkin. Con los pies frios y la cabeza en ebullición. Lo único que tenía era un singel que me había comprado la semana anterior , y con mi singel y mi comedisco, me fui a mi habitación y en ella me refugié. Del comedisco salía la siguien canción ¿por que será?
Para la época era moderno, pero nada comprometido
(CONTINUARÁ)
4 comentarios:
Me ha encantado la historia. Además los 70 fueron también para mí una época de extraña inquietud,intuyendo un "algo más " que ni siquiera era capaz de vislumbrar. Así que espero impaciente la próxima entrega.
Besos
Y yo que pensaba que ya lo sabía todo de ti. Eres un pozo de historias sin fondo. El final de ésta me lo vas a tener que contar ya. ¡Qué fuerte lo del comediscos!
Me encanta recordar esa época. Yo que soy un pelín más joven, me inicie algo más tarde, pero afortunadamente en Sevilla siguio mucho tiempo ese rollito y por supuesto siguieron poniendo El acorazado..., toda la filmografía del impresionismo alemán, neorealismo italiano,...cuanto aprendimos!
Besos, y espero con ansias en qué quedó la cosa...
El fiestorro de nochevieja de lujo. Fue un acierto el lugar, la degustación y la compañía. Para el año que viene me pido dos por si falla alguno. Una del jurado "La lechona"
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